En ocasiones y bajo determinadas circunstancias se hace inevitable el ingreso en residencia, pues se necesita mantener la estabilidad clínica de una enfermedad.
Pero en la mayoría de las ocasiones en que las familias deben tomar la decisión de ingresar al mayor en una residencia o que sea atendido en su propio hogar, se escoge esta última. Por muy diversas razones y aspectos que trataremos de reseñar.
Esquema de Contenidos
Ventajas de la atención en el Hogar
- El mayor (que necesita dependencia externa) normalmente prefiere quedarse en su casa a vivir en una residencia.
- No pierde sus rutinas
- No se siente deshubicado. Lógicamente está en su casa. Este es un problema a tener en cuenta cuando se toma la decisión de acudir a una residencia. Los cambios en los mayores son más impactantes que en las personas jóvenes pues están más dotados de reflejos.
- Podemos apoyarnos en un centro de día cercano para completar determinados servicios que si tendríamos en una residencia.
- En el hogar el mayor pierde menos autonomía y puede seguir haciendo ciertas tareas.
Importancia de la familia.
Sin duda es el pilar fundamental para la persona mayor. En la medida que la familia intervenga en la vida del mayor, este verá mejorada su calidad de vida y se mantendrá mejor psíquicamente, físicamente, intelectualmente… Esto parece una cuestión de lógica y así es en la mayoría de los casos.
Pero es inevitable que por diversas razones, la familia no puede encargarse en todo momento de la persona dependiente. Y es ahí donde entra en escena el cuidador externo.
Características de un buen cuidador externo.
- Esmero. Atender al mayor con la dedicación que se merece.
- Empatía. Necesitamos del cuidador que sea cercano y familiar
- Servicial. El cuidador debe estar dispuesto en todo momento a servir rápidamente la necesidad de la persona dependiente. Es muy necesaria una actitud positiva.
- Comprensivo. Debe tener una actitud tolerante y ser paciente pues se enfrentará a situaciones muy tensas y de presión, pues en no pocas ocasiones surgirán roces entre cuidador y cuidado.
- Tener control sobre sus emociones. Deberá saber controlar determinados impulsos negativos que en ocasiones surge en la relación entre cuidador y paciente.
- Debe comunicarse e inevitablemente establecer lazos afectivos con aquel que está cuidando.
- Dependiendo del grado de dependencia del mayor, necesitaremos una persona con unas determinadas capacidades físicas.
- Reflejos. El cuidador debe alertarse ante determinados signos en el comportamiento de la persona dependiente. Por ello se hace necesaria una buena formación.
- Ser positivo. Si el cuidador es capaz de transmitir este tipo de energía la relación con el mayor, sin duda, va a ser un éxito.
- Saber autocuidarse. Es muy fácil para un cuidador quemarse (Sindrome del cuidador quemado) y perder interés por su labor que en ocasiones le puede parecer tan ingrata. Es por ello que debe estar preparado con conocimientos y habilidades profesionales.
En Edades Villalba somos conscientes de la importancia de todos estos aspectos y tratamos que nuestro trabajo sea lo más profesional posible. Intentamos que nuestros cuidadores estén formados, preparados, pero sobretodo que sean capaces de empatizar al máximo con el mayor al que cuidan. No siempre se consigue y para ello existe la posibilidad de ir cambiando de cuidador hasta que logramos que cuidador y mayor se sientan en sintonía.